El desempleo en el tiempo de la COVID-19: Una agenda de investigación

  • David L. Blustein, Boston College, Estados Unidos
  • Ryan Duffy, University of Florida, Estados Unidos
  • Joaquim A. Ferreira, University of Coimbra, Portugal
  • Valerie Cohen-Scali, Conservatoire National des Arts et Métiers, Francia
  • Rachel Gali Cinamon, University of Tel Aviv, Israel
  • Blake A. Allan, Purdue University, Estados Unidos

Traducción de Ernesto M. Aguirre ( miembro del Consejo Asesor del CEIRET )

Este artículo va a ser publicado en el Journal of Vocational Behavior. Su autor principal, David Blustein, ha sido el iniciador de lo que llamó Psychology of Working, que acá traducimos como Psicología del Trabajar. Su enfoque, por lo tanto, se focaliza en lo psicológico, pero desde ese foco considera una importante gama de problemas asociados al desempleo en ocasión de la pandemia, que merecen considerarse dentro de la investigación del impacto de esta catástrofe global en el campo del trabajo. Aunque muchas de sus consideraciones se basan en el mundo desarrollado, en particular en los Estados Unidos, se aplican también a nuestra realidad y nos dan referencias para analizarla.

Este ensayo refleja el aporte colectivo de los miembros de una comunidad de psicólogos vocacionales que comparten el interés en la teoría de la Psicología del Trabajar y las perspectivas relacionadas orientadas hacia la justicia social

(Blustein, 2019; Duffy, Blustein, Diemer, & Autin, 2016). Cada autor de este artículo ha contribuído con un conjunto específico de ideas, las que individual y colectivamente reflejan direcciones promisorias para la investigación sobre el desempleo descontrolado que, tristemente, define esta crisis de la COVID-19.

Nuestros esfuerzos coinciden en varios supuestos y valores. Primero, compartimos la opinión de que el desempleo tiene efectos devastadores en el bienestar psicológico, económico y social de individuos y comunidades (Blustein, 2019). Segundo, buscamos construir sobre la investigación ejemplar sobre el desempleo que ha documentado su impacto en la salud mental (Paul & Moser, 2009; Wanberg, 2012) y su igualmente pernicioso impacto sobre las comunidades (International Labor Organization, 2020b). Tercero, esperamos que esta contribución trace una agenda de investigación que dé forma a la práctica para apoyar y sostener, a niveles individual y sistémico, a la gente que está luchando con el desafío abrumador de buscar trabajo y recuperarse de los efectos colaterales psicológicos y vocacionales de esta pandemia.

La llegada de este período de desempleo global está conectada causal y temporalmente con considerable pérdida de vidas y enfermedades, que están creando un intenso nivel de aflicción y trauma para mucha gente. El primer paso para desarrollar una agenda de investigación del desempleo durante la era de la COVID-19 es describir la naturaleza de este proceso de pérdidas en tantos sectores críticos de la vida.

Una pregunta principal de investigación es, por lo tanto: ¿en qué medida esta crisis de desempleo varía respecto de episodios anteriores de desempleo que estuvieron ligados a fluctuaciones económicas? Además, explorar el rol de la pérdida y el trauma durante esta crisis debiera producir conclusiones de investigación que puedan dar forma a intervenciones psicológicas y vocacionales así como orientación política para apoyar a la gente a través de instituciones cívicas y comunidades.

Reconocer y canalizar nuestro propio privilegio

En su ensayo publicado en la revista The Atlantic (2020), titulado “La pandemia partirá en dos a los Estdos Unidos”, Joe Pinker destaca dos experiencias distintas de la pandemia. Una es la vivida por quienes tienen altos niveles de educación y empleos estables en los que es posible el teletrabajo. Sus vidas son más estresantes, el trabajo se ha dado vuelta, el cuidado de los chicos es desafiante y salir de casa se siente amenazante.

La otra es la experiencia sentida por el resto de los trabajadores – esos que no pueden trabajar desde su casa y se ponen todos los días en riesgo, cuyos trabajos se han perdido o reducido y se están preguntando no sólo si serán infectados por el virus sino también si tienen los medios y recursos para sobrevivir. Como psicólogos y profesores, la gran mayoría de nosotros (los que escribimos este artículo y los que lo leen) somos extremadamente afortunados al estar en el primer grupo. La pandemia sólo ha servido para exacerbar el alcance de este privilegio.

Dada nuestra posición relativa de poder: ¿de qué maneras podemos cambiar nuestra investigación para que sea más significativa e impactante para quienes están afuera de nuestra burbuja? Proponemos que el trabajo reciente sobre “radical healing” en comunidades de color -donde la investigación es hecha a menudo en colaboración con los participantes y la construcción de su capacidad de agencia es un objetivo explícito- puede inspirar nuestra forma de avanzar (French et al., 2020; Mosley et al., 2020). El trabajo ha sido siempre un dominio donde las personas experimentan angustia y marginalización. Además, en la actual pandemia y en un futuro imprevisible esto se incrementará exponencialmente. Seguramente podemos hacer encuestas sobre las experiencias de la gente y proveerles incentivos por su tiempo. Y, desde luego, el trabajo cualitativo nos permitirá conectarnos más directamente con los participantes y escuchar sus voces. Pero lo que es más necesario es hacer investigación en la que los participantes reciban beneficios tangibles para mejorar sus vidas de trabajo. Nosotros, como académicos privilegiados, necesitamos pensar acerca de cómo podemos usar nuestra experticia en el estudio del trabajo para completar nuestros estudios con beneficios para el mundo real. Vemos que esto está ocurriendo – en distintos grados de acuerdo al tiempo y los recursos disponibles para el investigador- desde compartir información sobre recursos a proveer intervenciones para la búsqueda de empleo u otros temas laborales. En nuestra opinión, es ahora el tiempo para comprometernos verdaderamente a usar la investigación relacionada al trabajo no sólo como una manera de construir conocimiento académico, sino como una manera de mejorar las vidas.

Desigualdad y desempleo

Focalizar los esfuerzos de investigación en beneficios para el mundo real significa reconocer cómo la pandemia de COVID-19 ha expuesto y exacerbado inequidades existentes en el mercado de trabajo. Millones de trabajadores en los Estados Unidos tienen puestos precarios que son inciertos en la continuidad y la cantidad de trabajo, no pagan un salario vital, no dan poder a los trabajadores para abogar por sus necesidades, o proveer acceso a beneficios básicos (Kalleberg, 2009). Poder y provilegio son los determinantes principales de quién está en riesgo de trabajo precario, habiendo comunidades históricamente marginadas vulnerables en medida desproporcionada a esas condiciones de trabajo (International Labor Organization, 2020a). A su vez, las personas con trabajo precario experimentan estrés crónico e incertidumbre, y son puestas en riesgo de experimentar problemas de salud mental y física y relacionales (Blustein, 2019). Estos factores de riesgo pueden empeorar más los efectos de la crisis de la COVID-19, a la vez que exponen inequidades que existían antes de la crisis.

La pandemia de COVID-19 es una oportunidad para los investigadores de definir y describir cómo el trabajo precario crea vulnerabilidades físicas, relacionales, conductales, psicológicas, económicas y emocionales que empeoran los resultados de crisis como la de la pandemia (por ejemplo, desempleo, aflicción psicológica). Por ejemplo, estudios longitudinales pueden examinar cómo el trabajo precario crea vulnerabilidades en diferentes dominios, las que, a su vez, predicen resultados de la pandemia de la COVID-19, incluyendo desempleo y salud mental. Esto puede incluir estudios de cohorte de mayor escala que examinen cómo la crisis del COVID-19 ha creado una generación de precariedad entre las personas que están afrontando la transición de la escuela secundaria al trabajo. Los investigadores pueden estudiar también cómo las intervenciones gubernamentales y de organizaciones sin fines de lucro reducen la vulnerabilidad y amortiguan la relación entre el trabajo precario y varios de sus resultados. Por ejemplo, la asistencia con dinero en efectivo está siendo crecientemente encontrada como una manera eficiente de ayudar a la gente en la pobreza (Evans & Popova, 2014). Sin embargo, las narrativas sociales dominantes (por ejemplo, el mito de la meritocracia, el sueño americano) culpan a la gente con trabajos de pobre calidad por sus situaciones. Los psicólogos tienen un rol crítico en (a) documentar narrativas sociales falsas, (b) estudiar intervenciones para proveer contranarrativas exitosas (por ejemplo, la gente que recibe asistencia directa en efectivo no lo gasta en alcohol o drogas; la mayor parte de las personas que necesitan asistencia están trabajando; Evans & Popova, 2014), y (c) estudiar cómo cambiar efectivamente las actitudes del público para crear apoyo para intervenciones efectivas.

Interrelación trabajo-familia

Investigar la interacción trabajo-familia durante el desempleo puede parecer contradictorio. Puede argumentarse que, no habiendo trabajo pago, esa interconexión no existe. Pero el trabajo es una parte fundamental de las vidas de las personas, aún durante el desempleo; por ejemplo, trabajar para encontrar un puesto es una tarea abrumadora que es usualmente hecha desde el hogar. De este modo, la interrelación trabajo-familia existe durante el desempleo, pero nuestro conocimiento de ella es limitado. Nuestro conocimiento actual sobre la interrelación trabajo-familia se enfoca primariamente en personas con trabajo de tiempo completo y, generalmente, en padres que trabajan con hijos chicos (Cinamon, 2018). Por eso, se necesita que la agenda de investigación incluya enfocarse en la interrelación trabajo-familia durante períodos de desempleo, estudios que pueden dar forma a políticas públicas y conocimiento académico sobre las relaciones trabajo-familia. 

El aumento del desempleo debido a la COVID-19 se relaciona no sólo al desempleado, sino también a otros miembros de su familia. Caben considerarse importantes preguntas de investigación, por ejemplo: ¿cómo los sentimientos y pensamientos positivos y negativos referentes a la falta de trabajo son expresados y co-construídos por los miembros de la familia?; ¿cuáles conductas y dinámicas familiares promueven y sirven como capital social para el desempleado y para los otros miembros de su familia?; ¿las conductas de búsqueda de trabajo sirven como una forma de modelado para los otros miembros de la familia?; ¿cuáles son las experiencias de la esposa, el esposo o los hijos del desempleado, y cómo esas experiencias moldean el desarrollo de sus propias carreras? Estas cuestiones pueden ser distinguidas entre personas empleadas de distintas edades, comunidades y culturas.

Varios métodos de investigación pueden promover esta agenda. Métodos de investigación-acción participativa pueden habilitar a investigadores vocacionales para ser proactivos e involucrarse crecientemente en la solidaridad social. Este enfoque requiere colaboración mutua entre el investigador y las familias en las que uno de los padres está desempleado.

Dándoles voz para describir sus experiencias, pensamientos, ideas y las soluciones que sugieren, afirmamos la inclusión de las personas que están atravesando la nueva realidad, expresando de este modo respeto y reconocimiento. Al mismo tiempo podemos traer ideas, conocimiento y conexiones sociales que pueden servir como capital social para las familias. Además, los estudios cuantitativos longitudinales entre familias desempleadas que exploren algunas de las cuestiones mencionadas arriba serían importantes como medios de explorar cómo la nueva experiencia de

desempleo está moldeando tanto el trabajo como las relaciones. Nosotros también proponemos que se ofrezcan incentivos significativos a los participantes en todos estos estudios, tales como talleres online de búsqueda de empleo o intervenciones de educación para la carrera de trabajo para adolescentes.

Estrategias para tratar con el desempleo en la pandemia de 2020

Los gobiernos y organizaciones (tales como universidades) con visión de futuro debieran comenzar a pensar sobre cómo tratar con las consecuencias inmediatas y a largo plazo de la crisis económica creada por la COVID-19, especialmente en el área del desempleo. Crear intervenciones significativas para asistir a los nuevos desempleados será difícil debido al número sin precedentes de individuos y familias que están afectados y a los distintos factores contextuales y personales que caracterizan esta nueva población. Debido a esta diversidad de factores contextuales y personales, se requerirán diferentes intervenciones para distintas pautas de características individuales y contextuales (Ferreira et al., 2015).

En un boceto amplio, un programa de investigación que aborde la diversidad de cuestiones identificadas arriba podría concebirse como consistente en varias fases distintas: Primera, sería necesario evaluar cuidadosamente las circunstancias externas de la pérdida de trabajo de la persona desempleada, incluyendo la probabilidad de re-empleo, su estado financiero, composición familiar y condiciones de vida, entre otras. Segunda, debiera hacerse una evaluación de las fortalezas y posibilidades de crecimiento del individuo, particularmente en tanto ellas impactan a la situación presente. Estas evaluaciones podrían realizarse por medio de un cuestionario en papel u online. Basada en estas evaluaciones iniciales, la tercera fase incluiría el uso de análisis estadísticos tales como análisis de cluster para formar distintos grupos de desempleados, quizá basado en parte en la probabilidad de re-empleo después de la pandemia. La cuarta fase debería enfocarse en determinar los tipos (y/o combinaciones) de intervención más apropiadas para cada grupo (por ejemplo, asistencia temporaria del gobierno; orientación psicológica de apoyo emocional; reentrenamiento para mejores perspectivas futuras; relocalización, etc.). Debido a que el acceso a los tipos específicos de asistencia es con frecuencia un serio desafío, especialmente para personas desfavorecidas, la quinta fase debiera enfatizar el facilitar su acceso a la que ellos necesiten. Finalmente, la sexta fase de investigación debiera evaluar la eficacia de este enfoque, aunque diseñar un proyecto de investigación de tal envergadura en una situación de crisis requiere un continuado proceso de evaluación a lo largo de sus etapas de diseño e implementación.

Desempleo juvenil

Como lo refleja un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (International Labor Organization 2020a) sobre el impacto de la crisis de la COVID-19, la juventud, en el conjunto de la población ocupada, ya era vulnerable antes de la crisis; y las masivas pérdidas de trabajo y la creciente precariedad de los puestos están teniendo un impacto particularmente penoso sobre los jóvenes en todo el mundo. La crisis económica de la COVID-19 con vastos incrementos en el desempleo (y la competencia entre los trabajadores) y el crecimiento probable de la digitalización pueden resultar en una grave desconexión de los trabajadores jóvenes del mercado de trabajo por algún tiempo (International Labor Organization, 2020b). Para proveer conocimiento para afrontar este desafío amenazante los investigadores debieran desarrollar una agenda enfocada en dos componentes principales -el primero es un modo participativo de entender la experiencia de la juventud, y el segundo, el desarrollo de intervenciones basadas en la evidencia derivadas de este proceso de investigación. El aspecto de reunión de datos de esta agenda de investigación debiera enfocarse en el entendimiento de la percepción de los jóvenes desempleados de su situación (oportunidades, barreras, miedos e intenciones) y del nuevo mercado de trabajo. Proponemos que se necesita investigación para descifrar cómo los jóvenes están construyendo esta nueva realidad, la relación de ellos con la sociedad, los otros y el mundo. Esta crisis puede haber cambiado sus prioridades, el significado del trabajo, y sus estilos de vida. Por ejemplo, la crisis puede haber conducido a darse cuenta de la necesidad de desarrollar conductas más responsables hacia el ambiente (Cohen-Scali, et al., 2018). Estos nuevos estilos de vida podrían resultar en el desarrollo de destrezas y autonomía y adaptabilidad incrementadas entre los jóvenes. Además, el foco en el entendimiento de la experiencia de la juventud, que puede abarcar métodos cualitativos y cuantitativos, debiera también incluir exploraciones de los cambios en el sentido de identidad y los objetivos de los jóvenes, que pueden ser dramáticamente afectados por la crisis. La gente joven que está sin trabajo debiera ser incluída en cada paso del proceso de investigación para mejorar sus capacidades, conocimiento y voluntad, y asegurar que la investigación se diseña a partir de sus experiencias vividas.

Construyendo sobre estos esfuerzos de investigación pueden diseñarse intervenciones que incluyen desde estrategias individuales de orientación así como, intervenciones sistémicas basadas en análisis de las comunidades en las que los jóvenes están incluídos (por ejemplo, familias y parejas, y no sólo individuos). Necesitamos también más investigación para saber de los procesos de “empoderamiento” colectivo y desarrollo de la conciencia crítica, que pueden informar los esfuerzos de apoyo a la juventud y servir como un estabilizador en su desarrollo de carrera (Blustein, 2019).

Conclusión

Las ideas de investigación presentadas en esta contribución han sido ofrecidas como un medio de estimular los estudios académicos necesarios, el desarrollo de programas y los esfuerzos de apoyo. Naturalmente, estas ideas no intentan ser exhaustivas. Esperamos que los lectores encuentren en nuestro ensayo ideas y perspectivas que pueden estimular una agenda de investigación ampliamente basada para nuestro campo, idealmente, que dé forma a intervenciones transformadoras y políticas requeridas para las personas y las comunidades que están sufriendo la pérdida del trabajo (y de sus seres queridos en esta pandemia). Una línea general en nuestro ensayo es la recomendación de que los esfuerzos de investigación sean construídos a partir de la experiencia vivida por las personas que están ahora fuera del trabajo. Como lo hemos hecho notar aquí, su experiencia puede no ser similar a la de otros períodos de desempleo extensivo, lo que argumenta fuertemente a favor de la investigación participativa, cercana a la experiencia. Nosotros también defendemos el uso de métodos cuantitativos rigurosos para desarrollar nuevas formas de comprender la naturaleza del desempleo durante este período y desarrollar y evaluar intervenciones. Además, nos gustaría defender que los esfuerzos académicos colectivos de nuestra comunidad incluyan incentivos y resultados que den apoyo a las personas desempleadas. Por ejemplo, talleres online y otros recursos pueden ser compartidos con los participantes y otras comunidades como una manera no sólo de dignificar su participación, sino también de proveerles apoyo tangible durant una crisis.

Para cerrar, estamos humillados por las historias que oímos de nuestras comunidades acerca de la pérdida de empleos de este período pandémico. Nuestro equipo de autoría comparte un profundo compromiso con la investigación que importa; en este contexto creemos que nuestro trabajo importa más que lo que podemos imaginar.

Referencias

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  • Cinamon, R.G.  (2018, June). Life span and time perspective of the work-family interface – Critical transitions and suggested interventions. Paper presented at the Society of Vocational Psychology, Arizona.
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